Quizás al leer el título de este post
sentiste curiosidad o asombro, te entiendo perfectamente, pero vamos a aclarar
lo que el título encierra, y sí, es precisamente eso, dejarte llevar, cuando la
vida te presiona hasta el fondo con sus situación difíciles, con vacas flacas,
con sus caídas y tropiezos, algunos fuera de tu control, otros por decisiones y
acciones poco certeras, pero ¿quién tiene el poder de juzgarte por ello?, nadie,
y tampoco lo que haremos aquí.
El ser humano se conduce de manera en
que le sea posible evitar el dolor y obtener el placer, eso es lo que hacemos
tú y yo a diario, pero qué sucede cuando surgen esas situaciones inesperadas,
cuando fallece un familiar cercano muy querido, cuando quedas sin empleo,
cuando te accidentaste y tu auto del año fue pérdida total, cuando te
diagnostican una enfermedad severa o terminal, ¿qué sucede?, ¿cómo lo
afrontas?, ¿estás preparado para ello?, con certeza dirás en estos momentos, ¿quién
va a estar preparado para ese tipo de sucesos?, pues claro que no nos
preparamos, porque buscamos evitar el dolor, sin embargo hoy te invito a
fortalecer tu mente y tu espíritu, a desarrollar la resiliencia, esa capacidad
que nos ayuda a sobreponernos ante las adversidades e incluso a salir fortalecidos,
sobre eso te habla este post. La resiliencia puede ser aprendida y es
precisamente a través de esas situaciones inesperadas que la ejercitamos, tal
cual como cuando asistes al gimnasio, empiezas a fortalecer tus músculos, al
dejar de ir se debilitan, sin situaciones adversas no ejercitaremos la resiliencia tampoco.
¿Cómo utilizas los sucesos desagradables
que te ocurren?, ¿Cómo excusas para victimizarte o como motivos para tomar
acciones que te conduzcan a salir de esas situaciones?, la vida no es fácil,
pero no por eso pierde su belleza, son precisamente esas situaciones
inesperadas las que deben ayudarnos a valorar más, a apreciar más, a demostrar más, a pensar más, a
agradecer más, pues hoy quizás seas más bendecido de lo que pudiste haber sido
años atrás.
Me llama poderosamente la atención el
libro El Hombre en Busca de Sentido,
escrito por Viktor Frankl, sobreviviente del holocausto, en la antigua Alemania
nazi, a Frankl le gusta citar a Nietzsche: "Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo". En
el campo de concentración, todas las circunstancias conspiraron para conseguir
que los prisioneros perdieran sus motivos. Todas las metas de la vida familiar
han sido arrancadas de raíz, lo único que resta es "la última de las
libertades humanas", la capacidad de "elegir la actitud personal ante
un conjunto de circunstancias" y esa la tenemos todos, pero no así todos
hacemos uso de ella conscientemente. Es esta libertad espiritual, lo único que
no se nos puede arrebatar, es lo que hace que la vida tenga sentido y
propósito.
El modo en que un hombre acepta su destino y
todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga con su cruz, le da
muchas oportunidades, incluso bajo las circunstancias más difíciles, para
añadir a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su
dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede
olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal, tal y como nos muestran
los hechos ocurridos en aquel entonces en los campos de concentración nazi. Aquí
reside la oportunidad que el hombre tiene de aprovechar o de dejar pasar las oportunidades
de alcanzar los méritos que una situación difícil puede proporcionarle y
decidir si es merecedor de sus sufrimientos, o no lo es.
Dudo que alguien pueda describir cuál que el
sentido de la vida, ya que este difiere de un hombre a otro, de un día para
otro, de una hora a otra hora. Así pues, lo que importa no es el sentido de la
vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada
individuo en un momento dado, ¿qué sentido le das a tu vida?, ¿qué es lo que te
sostiene en los momentos difíciles?, no te resistas ante estos, más bien déjate
llevar hasta el fondo si así sucediere, una vez allí empieza a tomar impulso aferrado
a tu por qué y te aseguro que cuando llegue el momento liberador, al lograr
llegar a la superficie, encontrarás entonces, el verdadero sentido de tu vida.
Me despido de ti, nuevamente con la frese de Nietzsche:
Quien tiene un por qué para vivir, encuentra
casi siempre un ¿cómo?