A veces, las mejores personas llegan sin buscarlas, esas que vibran y te envuelve en su vibrar, esa gente que ante las adversidades siempre tiene una sonrisa para ofrecer a los demás, esa gente que no hay que empujarla para que haga las cosas porque saben lo que tienen que hacer, esa gente que es justa con los demás y consigo misma, pero que sabe que somos humanos y nos podemos equivocar, esa gente que se emociona con el éxito de los demás y lo celebran como si fuera su propio éxito, esa gente que no permite que los fracasos le lleguen al corazón porque saben que esos fracasos son parte del crecimiento para alcanzar el siguiente nivel de excelencia en su vida, esa gente que no se arrepiente de nada porque sabe que los buenos momentos nos otorgan felicidad y los malos, experiencia, esa gente que es capaz de ver la grandeza de las pequeñas cosas y lo pequeños detalles, esa gente que es capaz de desprenderse de sus problemas diarios por ayudar a otros con sus problemas, pues sabe que ayudando a otros, es ayudarse a sí mismo a tener una visión más clara para afrontar los suyos, esa gente que no pretende retener tu vuelo, sino más bien te ayudan a impulsarte para que tu vuelo sea perfecto, esa gente que cree más en ti, que tú mismo, esa gente que está agradecida de conocerte, esa gente que jamás pierde la oportunidad de reír a carcajadas, esa gente que si estás en el suelo, te ayuda a levantar y si no lo logra, se acuesta a tu lado para hacerte compañía, esa gente que abraza con el cuerpo entero. Me encantan esas almas que viven, que sueñan, que se enamoran, que luchan y que lloran... Sin embargo hay un detalle muy importante, para atraer a estas maravillosas almas, primero debes TÚ, ser una de ellas...
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