Como ocurre con el vicio de quejarse, es fácil caer en el hábito e condenar a los demás, incluso a nuestros seres queridos. Criticamos la manera de comer de alguien o su manera de hablar. Nos concentramos en los más mínimos detalles y encontramos defectos en todo. Pero aquello en lo que nos centramos crece. Y si continuamos centrándonos en alguna pequeña flaqueza de alguien, esta crecerá en nuestro pensamiento y acabaremos percibiéndola como un grave defecto.
¿De verdad te gustaría vivir en un mundo en el que todos mirasen, actuasen y pensasen como tú? Sería un lugar bastante aburrido. Para llevar una vida feliz y pacífica, empieza por comprender que la riqueza de nuestra sociedad nace de su diversidad. Lo que convierte las relaciones, comunidades y naciones en grandes no son las cosas que tenemos en común, sino las diferencias que nos hacen únicos. En vez de buscar aspectos que criticar en quienes te rodean, ¿por qué no empiezas a respetar las diferencias?
Con frecuencia advertimos en los demás, los defectos que debería,os trabaja en nosotros mismos. Deja de echar culpas y condenar. Acepta toda la responsabilidad cómo están las cosas y resuélvete a esforzarte por cambiar tú antes de intentar cambiar a los otros. Esa es la verdadera medida de una persona de carácter fuerte. Como dice Erica Jong. "Toma tu vida en tus manos y ¿qué sucede? Algo terrible: no hay nadie a quien culpar.
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